ÍNDICE

LA MUERTE

        

Preparación de los funerales del difunto

 

         El cuerpo de la persona fallecida debe ser preparado para su funeral, lavarlo, envolverlo en el sudario, realizar el Salât, y por último enterrarlo.

 

 

1º Lavado del cadáver

 

         La mayoría de los 'ulama están de acuerdo en que el lavar el cuerpo de un musulmán fallecido es "fard kifâya" (es decir, una obligación comunitaria). Si lo realiza una persona en concreto lo hará en representación del resto de la comunidad tal como lo estableció el Profeta (s.a.s.), y lo practicó la comunidad de musulmanes.

         Todo musulmán que fallezca debe ser lavado, excepto aquel que haya sido abatido en combate por los kuffar (es decir, un no musulmán). 

 

         Sobre el lavado de partes u órganos aislados del cuerpo

 

         Hay discrepancia entre los 'ulama en lo concerniente al lavado de órganos o partes aisladas de un cadáver. De acuerdo con ash-Shafi'î, Ahmad e ibn Haçm deben ser lavadas, envueltas en un sudario y ofrecer un Salât del funeral por el alma del difunto. Ibn Haçm dijo: "El Salât del funeral debe ser realizado sobre cualquier órgano que se encuentre del cuerpo de un musulmán. Debe ser lavado y envuelto en un sudario, excepto si se trata de parte del cuerpo de un mártir". Para ibn Haçm realizar el Salât sobre cualquier órgano del cadáver equivale a haberlo realizado sobre la totalidad del difunto, es decir, tanto sobre su cuerpo como sobre su alma. Abu Hanîfa y Mâlik, sin embargo opinan que, "Si se encuentra más de la mitad del cuerpo de un musulmán, entonces debe ser lavado y realizado el Salât, en caso contrario no debe ser lavado ni realizarse ningún Salât".

 

        

Sobre los funerales del mártir

 

         El cuerpo de un mártir, es decir, un musulmán asesinado en una batalla a manos de un no musulmán, no debe ser lavado. Su cuerpo debe ser envuelto en las mismas ropas que llevaba cuando fue asesinado y completar con tela si fuera necesario para que quede cubierto de acuerdo a la sunna. Ningún resto de sangre debe por tanto ser lavado del cadáver, y debe ser enterrado tal cual.

         Ahmad ha narrado: "El Profeta (s.a.s.) dijo, "No lavéis a aquellos que mueren como mártires, pues cada herida y cada gota de su sangre exudará una fragancia similar al almizcle en el Yaum al-Qiyâma". El Profeta (s.a.s.) ordenó que los mártires de la batalla de Uhud fueran enterrados en sus ropas manchadas de sangre, y ni fueron lavados ni se realizó ningún Salât. Se dice que la sabiduría que hay detrás de no ofrecer ningún Salât sobre el mártir, es que aquel, es decir el Salât, se ofrece sobre una persona muerta, mientras que el mártir no está muerto sino vivo. Otra razón puede ser el hecho de que el Salât se ofrece como una especie de intercesión, y los mártires no necesitan de ella, antes bien, son ellos los que intercederán por otros.

 

 

Sobre el funeral de aquellos mártires cuyos cuerpos deben ser lavados y realizarse un Salât por ellos

 

         Hay determinados fallecidos que aunque no hayan sido asesinados en combate por no musulmanes, tienen la categoría de mártir de acuerdo a la Sharî'a del Islam; estos cadáveres deben ser lavados y ofrecerse un funeral por ellos. Los cuerpos de los mismos fueron lavados durante la vida del Profeta (s.a.s.), y más tarde la comunidad de musulmanes continuó con esta práctica. Pasamos a ver quienes son estos mártires.

Yâbir ibn 'Utayk ha transmitido que el Mensajero de Allah dijo: "Hay siete tipos de mártires además de aquellos que son asesinados por la causa de Allah, 1) la persona que muere por una epidemia, 2) aquel que muere ahogado, 3) aquel que por estar encamado desarrolla úlceras en la piel y como consecuencias de las mismas se establece un cuadro febril con tos y  muerte final, 4) el que muere por una enfermedad estomacal, 5) el que muere en un incendio, 6) el que muere aplastado por escombros, por ejemplo en los desastres naturales, y 7) la mujer que muere en el parto". Este hadîz ha sido transmitido por Ahmad, Abu Dâwud, y an-Nasâ-î, basándose en una cadena sahîh.

         Abu Huraîra narró que el Mensajero de Allah preguntó: "¿A quién consideráis mártir?, ellos respondieron, "¡Oh Profeta de Allah!, a aquel que muere combatiendo por la causa de Allah", el Profeta (s.a.s.) respondió, "Si esto fuera así entonces muy pocos de mi Umma serán mártires", entonces ellos volvieron a preguntar, "¡Oh Mensajero de Allah! ¿quién más puede ser considerado mártir?", y el respondió, "aquel que muere combatiendo por la causa de Allah es mártir, aquel que muere en la obediencia a Allah es mártir, aquel que muere en una epidemia es mártir, aquel que muere de una enfermedad estomacal es mártir, y aquel que muere ahogado es mártir". Este hadîz lo transmite Muslim.

         Sa'îd ibn Çaîd narró que el Profeta (s.a.s.) dijo, "Aquel que muere defendiendo su propiedad es mártir, aquel que muere en defensa propia es mártir, aquel que muere defendiendo su Dîn es mártir, y aquel que muere por proteger a su familia es mártir". Este hadîz ha sido transmitido por Ahmad y Tirmidzî. 

 

 

 El lavado del cuerpo de un no musulmán

 

         No es obligatorio para un musulmán lavar el cuerpo de un no musulmán, aunque algunos 'ulama lo consideran lícito. De acuerdo a Mâlik y la escuela Hanbali un musulmán no debe ni lavar, ni envolver en el sudario, ni enterrar a un no musulmán, aunque sea un pariente cercano, a menos que se tema la descomposición del cadáver por las condiciones climáticas, o se tema que pueda ser víctima del ataque de animales depredadores, etc.; no obstante hay opiniones divergentes, y así ibn al-Mundzir dice que no hay una sunna clara respecto al procedimiento que se ha de seguir en este caso.      

    

 

Modo de realizar el lavado del cuerpo

 

         El cuerpo del difunto debe ser lavado entero con agua al menos una vez, recomendándose para ello colocarlo en un lugar elevado, por ejemplo una tabla, para así facilitar el procedimiento. El cuerpo del fallecido debe ser desposeído de sus ropas, excepto sus genitales que deben permanecer cubiertos. No deben estar presente más personas que las estrictamente necesarias para esta labor. La persona que lave el cadáver ha de ser honesta y de una reconocida rectitud, y debe tener la intención (niya) de hacer el lavado de dicha persona en concreto; a continuación debe presionar ligeramente el estómago del fallecido para expulsar en la medida de lo posible cualquier resto que pudiera encontrarse en él, y proceder a continuación al lavado del cuerpo. La persona que lava debe utilizar a ser posible un guante o paño para el lavado, porque se considera harâm tocar las parte privadas del difunto; a continuación debe lavar del difunto aquellas partes que se lavan al realizar el wudû para el salât, de acuerdo con el dicho del Profeta (s.a.s.) que dijo, "Empezad el lavado por la derecha, y con aquellas partes que son lavadas durante el wudû"; a continuación lavar tres veces el cuerpo con agua y jabón, o bien sólo con agua si no se dispusiera de este; si se considera que tres veces no es suficiente para limpiar el cuerpo debidamente, se puede repetir el lavado cinco o siete veces, de acuerdo al hadîz del Profeta (s.a.s.) que dijo, "Lavad el cuerpo del fallecido un número impar de veces, tres, cinco, siete, o más si lo consideráis necesario". Ibn 'abd-l-Barr dice que no conoce a nadie que recomiende más de siete lavados del cadáver; también Ahmad e ibn al-Mundzir desaconsejan más de siete lavados. Después de lavado el cuerpo, este debe ser secado con algún trapo limpio para evitar así que el sudario se moje, y posteriormente debe aplicársele algún perfume. El Profeta (s.a.s.) dijo, "Cuando apliquéis algún perfume al cadáver hacedlo un número impar de veces", transmitido por al-Baîhaqî, al-Hâkim e ibn Hibbân.

         La mayoría de los 'ulama están de acuerdo en considerar makruh, desaconsejado, cortar las uñas del difunto, recortar el bigote, afeitar las axilas o el pubis; ibn Haçm sin embargo lo considera lícito.

         Los 'ulama están de acuerdo en que debe ser lavado el cadáver de nuevo si se produce una salida de excrementos, orina, o alguna sustancia del estómago, en este caso, como hemos dicho hay acuerdo unánime en volver a lavar al difunto, en lo que sí hay discrepancia es si el lavado debe ser completo o no, en cualquier caso al menos debe hacérsele una ablución (wudu).

         En caso de que no se pudiera disponer de agua para lavar al difunto, hay que hacerlo mediante el Tayammun, es decir, la ablución seca, e igualmente se hace este en caso de que se tema la rápida descomposición del cadáver por la utilización de agua. También se hace tayammun en el caso de que una mujer muera y no existan otras mujeres que pudieran hacer el lavado, e igualmente en el caso contrario, es decir, fallecimiento de un hombre y que no se encuentren más que mujeres para realizar el lavado; esto ha sido transmitido por Abu Dâwud en su colección Marasil.

         Si el que va realizar el tayamun es un pariente consanguíneo de la fallecida puede hacerlo con su mano directamente, pero si no fuera este el caso cualquiera podría hacerlo envolviendo su mano en algún trozo de tela; esta es la opinión de Abu Hanîfa y Ahmad; Mâlik y ash-Shâfi'î son de la opinión de que "si hay un varón pariente de la fallecida que esté presente, entonces debería este lavar el cuerpo de la misma, salvaguardando el 'awra (recordemos que por este término se entiende aquellas partes del cuerpo de una persona que deben permanecer cubiertas. Un hombre debe tener cubierta tanto la parte anterior como posterior de la región púbica; en la mujer se considera que todo su cuerpo es 'awra, excepto sus manos y cara), y considerar a la fallecida como si de un hombre se tratara". En Al-Musawwà se dice que Mâlik dijo, "he oído decir a la gente de conocimiento que si una mujer muere y no hay allí otra mujer que pueda lavarla, ni pariente varón consanguíneo, o su marido, que pudieran hacerse cargo de esta responsabilidad, entonces debería hacerse tayammun limpiando su cara y manos con tierra o arena seca", Mâlik añadió, "lo mismo debería hacerse en el caso de que un hombre muera y no se encuentren más que mujeres a su alrededor". Ibn Haçm sostiene que si un hombre muere entre mujeres, o viceversa, entonces la mujer puede lavar el cuerpo del hombre y viceversa, cubriendo el cuerpo con alguna pieza de ropa gruesa. El agua debe ser esparcida sobre el o la fallecida sin que medie contacto físico. Ibn Haçm sostiene que el tayammun sólo sería válido en caso de no disponer de agua.

         Los 'ulama están de acuerdo en que es lícito para una mujer lavar el cadáver de su esposo. Hay sin embargo disparidad de criterio en el caso contrario, aunque la mayoría de 'ulama se inclina por la posibilidad de que el marido lave a su esposa, basándose en una narración de ad-Dâraqutnî y al-Baîhaqî, en la que 'Alî lavó el cuerpo de Fátima a la muerte de esta. También esta posición está basada en un hadîz en el que el Profeta (s.a.s.) dijo a 'Â-isha, "Si mueres antes que yo, yo mismo te lavaré y te envolveré en el sudario". Transmitido por ibn Mâÿah. Los Hanafíes sin embargo discrepan en este punto y consideran que debe hacerse tayammun. En lo que sí hay un acuerdo unánime entre los grandes 'ulama, según al-Mundzir, es en la posibilidad de que una mujer pueda lavar el cuerpo de un niño o joven.

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