LA MUERTE |
4º
EL ENTIERRO
Hay un consenso general entre los musulmanes de que enterrar y cubrir a
un cadáver es una obligación colectiva (fard
kifâya). Si algún musulmán asume esta responsabilidad exime con ello al
resto de la comunidad de la obligación. Allah ha dicho: "¿Acaso no hemos
hecho de la tierra un lugar de acogimiento tanto para vivos como para
muertos?", (Corán, 77:25-26).
La mayoría de 'ulama sostiene que es posible enterrar al cadáver en
cualquier momento del día o de la noche; ejemplo de ello es que el Profeta
(s.a.s.) enterró de noche a un hombre que estando en vida pasaba la noche
haciendo dzikr de Allah; igualmente 'Alî enterró a Fâtima de noche, y
también tanto Abû Bakr, como 'Uzmân, como 'Â-isha, como ibn Mas'ûd fueron
enterrados de noche, no obstante Jâbir ha narrado que el Profeta (s.a.s.) dijo,
"No enterrad a vuestros muertos
durante la noche a menos que os veáis
obligados a ello", (Ibn Mâÿah).
En cuanto al entierro realizado mientras el sol está saliendo, o bien se
encuentre en su cenit, u ocultándose, hay consenso general en que es posible
enterrar al cadáver en estos tres tiempos si se teme por la descomposición del
mismo, aunque se considera indeseable si se hace con la intención expresa de
enterrar al difunto en alguno de estos tres momentos, y para la escuela Hanbali
es desaconsejable en cualquier situación enterrar al cadáver en esos
instantes.
Es aconsejable efectuar un foso profundo para enterrar el cadáver pues
con ello se evitarán los malos olores y que el cuerpo pueda ser comido por
animales. Se aconseja que su profundidad debiera ser igual a la altura de un
hombre medio.
La forma de colocar al difunto en la sepultura según la sunna es colocar
primero sus pies si es posible hacerlo con facilidad, y si no lo fuera colocarlo
entonces de la forma más asequible. Ibn Haçm dijo, "Un cadáver
puede ser colocado en la tumba en cualquier manera posible, hacia la qibla o de
forma opuesta a la misma, colocando primero sus pies o su cabeza, puesto no hay
indicación clara en los textos respecto a este tema".
La práctica de de los musulmanes ha sido la de colocar al cadáver sobre
su lado derecho mirando hacia la qibla. La persona que coloca el cuerpo en la
tumba debería decir: "Bismillah, de acuerdo con la tradición del
Mensajero de Allah (s.a.s.)", y a continuación aflojar el sudario. Ibn 'Umar
ha narrado que cuando un cuerpo era depositado en la tumba, el Profeta, (s.a.s.)
solía decir: "Bismillah wa 'alà
sunna rasulillah", (Bismillah, de acuerdo con la tradición del
Mensajero de Allah), transmitido por Ahmad, Abû Dawûd, Tirmidzî, ibn Mâÿah
y Nasâ-î, que lo han transmitido tanto como hadîz mawqûf (aquel hadîz cuya cadena de transmisión acaba en un
Compañero) como hadîz musnad
(hadîz que se remonta al propio Profeta (s.a.s.).
La mayoría de 'ulama desaconseja colocar cualquier tipo de ropa o
almohada, o similar en la tumba. Ibn Haçm, sin embargo, no ve nada
censurable en esto, basándose en un hadîz de Muslim, recogido de ibn 'Abbas
que dijo, "Una trozo de tela roja fue colocado en la tumba del Profeta
(s.a.s.)". Los 'ulama aconsejan colocar la cabeza del difunto sobre un
ladrillo, piedra, o bien reposar el lado derecho de la cara sobre un ladrillo o
algo similar, quitar de su cara el sudario de tal forma que así la mejilla
izquierda quede expuesta directamente al contacto con la tierra. Abû Hanîfa,
Mâlik, y Ahmad sostienen que es aconsejable extender un trozo de tela
sobre el cuerpo del difunto en el momento de introducir el cadáver en la tumba
si aquel se trata de una mujer; la escuela Shafi'i señala que es aconsejable
hacerlo, ya se trate de hombre o mujer.
Se
aconseja que todo aquel que haya asistido al funeral arroje tres puñados de
tierra sobre la tumba, según hizo el Profeta (s.a.s), a través de un relato de
ibn Mâÿah que dice: “El Profeta (s.a.s.) en cierta ocasión asistió a un
funeral y al término del mismo se acercó a la tumba del mismo y arrojó tres
puñados de tierra cerca de la cabeza del difunto”. Abû Hanîfa, ash-Shâfi’î
y Ahmad, sostienen que al arrojar el primer puñado se debe decir, “De
esto (es decir, la tierra), os Hemos creado”, tras el segundo decir, “A ella
te Hemos hecho retornar”, y tras el último puñado decir, “Y de ella te
Haremos resurgir de nuevo”. Esto está basado en un hadîz en el que el
Profeta (s.a.s.) pronunció estas frases cuando su hija Um Kulzûm murió y fue
depositada en la tumba; sin embargo, hay quien opina que se trata de un hadîz
débil y que por tanto no hace falta decir nada en particular al arrojar los
tres puñados de tierra.
Es aconsejable hacer algún du’â por el difunto tras el funeral,
porque en ese momento el fallecido está siendo interrogado por su vida. ‘Uzmân
ha narrado: “Después del funeral el Profeta (s.a.s.) permaneció de pie al
lado de la tumba y dijo, -Pedid el gufran de Allah (la aceptación de Allah), y
la paz para él, porque en estos momentos está siendo cuestionado por su
vida”, lo ha transmitido Abû Dâwd y al-Hâkim. Ibn ‘Umar solía
recitar las primeras y las últimas ayats de sura al-Baqara al lado de la tumba
una vez que el funeral había finalizado.
Ash-Shafi’i y otros ‘ulama aconsejan hacer el “talqîn” sobre el
difunto nada más terminar el funeral, basándose en un relato de Sa’îd ibn
Manssur, recibido de Râshid ibn Sa’id, Dumra ibn Habîb y Hakîm
ibn ‘Umaîr, que dijeron, “Una vez terminado de sepultar al difunto y cuando
la gente se haya ido, se debe permanecer al lado de la tumba y decir, -¡Oh
Fulano!, di: “La ilaha illa Allah. Ashahadu an La ilaha illa Allah” (tres
veces); ¡Oh Fulano!, di: “Rabî Allah” (mi Señor es Allah), y “Dinî al
Islam” (mi Dîn es el Islam), y “Nabiî Muhammad (s.a.s.)” (mi
Profeta es Muhammad). Y después de esto ya puede uno abandonar el
lugar”.
Para la escuela Maliki y Hanbali el “talqîn” es algo desaconsejado (makrûh).